Una fotografía de un edificio procura al espectador una dosis doble de belleza. Por un lado, la fuerza de la obra arquitectónica atrapará sin duda la atención del observador. Por otra parte, el especial punto de vista del fotógrafo sumará un valor añadido a la construcción. La elección de encuadre, la luz, las texturas, el cromatismo, el contraste, la profundidad de campo y de todos los demás elementos que conforman el lenguaje fotográfico influirán en la reacción del espectador y servirá para generar un mayor atractivo visual. Sigue leyendo
