Silla IN, Wilkhahn: algo más que estar sentado

Cualquiera que lea un poco de historia sabe perfectamente cómo ha cambiado el trabajo a lo largo de los siglos, incluso solamente a lo largo de las últimas décadas. De sociedades eminentemente rurales, en las que la supervivencia y la economía se basaba en la tierra, a la revolución industrial, en la que los trabajadores acudían en masa a grandes factorías y cadenas de producción a cambio de un salario. En cualquier caso, hasta hace muy poco, la base del trabajo humano ha sido manual, y en muchos casos, se realizaba de pie. A día de hoy, en un sociedad de servicios, interconectada y de alta tecnología, muchos trabajos se realizan desde la posición de sentado. Casi siempre en una silla.

Y puede que parezca una cuestión menor, por resultar una obviedad, pero no lo es. Millones de trabajadores pasan muchas horas sentados todos los días. Así que es fácil suponer que la silla cobra un papel importante. No todas las sillas son iguales. Y Wilkhahn lo sabe desde hace décadas.

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La firma alemana tiene amplia experiencia en el diseño de sillas de oficina. Uno de sus productos más famosos, el modelo IN, se precia de ser uno de los productos más revolucionarios del mercado. La marca ha conseguido alinear tres objetivos: diseño atractivo, calidad de materiales y bienestar físico. Wilkhahn arrancó hace tiempo un estudio pionero basado en la siguiente idea: “desde el sentado estático al sentado en movimiento”. En cierta manera, los diseñadores de Wilkhahn han aspirado a que esas horas que pasa el trabajador sentado en una IN no sean un tiempo completamente perdido para su organismo o actividad física: quieren que el trabajador, aún estando sentado, se mueva. Es lo que ellos denominan el “movimiento del sentado dinámico”.

La marca promete una perfecta sincronización de movimiento dinámico con un confort único, que activa el organismo, aumenta la concentración y promueve un ambiente de trabajo distendido. El resultado que se busca es una postura natural, ya sea hacia adelante, hacia atrás o hacia los lados. La silla IN es capaz de interactuar constantemente con el cuerpo del usuario, respondiendo eficazmente a los más leves cambios en la distribución del peso.

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Para lograr todo esto, la silla IN viene equipada con alta tecnología de sistemas y materiales. Cuenta con un sistema de inclinación del respaldo que se construye con tecnología 2K Technologie. Es de una sola pieza, cuenta con con diferentes elasticidades y está conectado a los brazos oscilantes, flexibles e independientes, mediante unos importantes puntos de inflexión, en sintonía con la tapicería 3-D-Formstrick especialmente producida por ordenador.

Wilkhahn asegura que cuenta con dos estudios científicos que demuestran que la silla IN favorece el bienestar y la salud laboral. Se basan, también, en la experiencia de primera mano de más de 250.000 usuarios.

Galopando hacia el reconocimiento

Hay hechos, a veces, difíciles de creer. Aquí va uno: Madrid capital no tienen ningún edificio o espacio declarado Patrimonio de la Humanidad.

No pocas veces se han presentado propuestas para entrar en la tan laureada lista de la UNESCO. Y quizá la más reciente venga presentada por la Asociación Española para la Protección del Patromonio Arquitectónico del Siglo XX (AEPPAS20), que defiende a capa y espada la inclusión del Hipódromo de la Zarzuela en tan magna clasificación.

El hipódromo no es un lugar popular. No al menos para la mayoría de la ciudadanía de Madrid. Muchos oriundos no lo han vistado nunca y, habitualmente, se relaciona exclusivamente con la celebración de la práctica deportiva de la equitación, y por ende, aunque no siempre verdad, con un público y usuarios muy concretos. Y sin embargo, existe un consenso internacional acerca del gran valor arquitectónico del hipódromo. No es sólo una pista verde donde corren algunos caballos dando vueltas.

Las obras había empezado en 1935, pero la guerra arrasó con todo lo que se había construido hasta entonces, que era casi todo, reduciendo la zona a meros cascotes. Hubo que empezar de cero de nuevo. El hipódromo se inauguró finalmente en plena posguerra, en mayo de 1941. Durante los primeros años, competían básicamente caballos y jockeys extranjeros, pues en España la cabaña caballar estaba, lógicamente, muy mermada. En años se semejante escasez, mantener un caballo de carreras suponía algo poco menos que imposible, incluso entre las clases sociales acomodadas.

Considerado BIC (Bien de Interés Cultural) a nivel nacional desde 2009 (¿la antesala de futuros recocimientos mayores?), fue diseñado por Carlos Arniches, Martín Domínguez y por el ingeniero Eduardo Torroja, está consdierado como una de las obras maestras de la arquitectura madrileña del siglo XX. Lo más reconocible de la obra es a cubierta de la tribuna, hecha con láminas de hormigón armado en forma de hiperboloides, que con sólo 5 cm. de espesor en el extremo de los voladizos soportan todos los esfuerzos sin nervios ni refuerzos, simplemente con un anclaje posterior de tirantes, separados por cinco metros. La marquesina laminar vuela casi 13 metros.

Expertos y aficionados a la arquitectura, que continúan visitando el hipódromo para admirar las bondades del mismo, no ocultan su impaciencia por que la UNESCO otorgue un veredicto sobre la cuestión. Por ahora, el hipódromo está a punto de cerrar el 2016 tras haber celebrado este año su 75 aniversario. Desde luego, qué duda cabe de que un reconociiento de tal envergadura sería el mejor regalo de cumpleaños de todos los posibles.

Viccarbe, seduciendo a “las grandes”

La firma valenciana se ha hecho con algo más que un hueco en las agendas de las grandes empresas internacionales. Directamente, es la primera de la lista. Apple, Google, Coca Cola, Facebook, GlaxoSmithKline, o BNP Paribas ya tienen muy claro a quién llamar para diseñar algunos de sus espacios profesionales. Sigue leyendo