Hace ya tiempo que la arquitectura no puede separarse de una creación y edificación sostenibles desde todos los puntos de vista, sobre todo el medioambiental y el que tiene que ver, en sí mismo, con el propio bienestar humano de los habituales usuarios de un inmueble. Sigue leyendo
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Aranda, Pigem y Vilalta ganan el Pritzker
El premio Pritzker, el mayor honor internacional de la arquitectura, el que muchos llaman el “Nobel de la Arquitectura”, ya tiene dueño. En su 39ª edición, la Fundación Hyatt, promotora de los galardones, ha encumbrado a estos tres arquitectos españoles a la lista de los más grandes. Sigue leyendo
Todo en uno: Hack
Nos vamos a atrever a llamarlo la “navaja suiza” del mobiliario de oficina. Porque sus diversas funcionalidades, derivadas de una polivalencia de montaje extraordinaria, hacen de Hack (oficialmente una mesa) un mueble especialmente peculiar. Sigue leyendo
Y la quinta se llamará Caleido
Popularmente hay quien se refiere a las Cuatro Torres Business Area (CTBA), como “los cuatro dedos de Madrid”. Pues bien, dentro de no mucho tiempo a lo mejor alguien se atreve a hablar “de la manita” de Madrid, pues el quinto “dedo” está en proyecto y podría ser una realidad a lo largo de 2019.
Los detalles de la obra se han conocido recientemente y no son cosa pequeña. El edificio tendrá 36 plantas (22 menos que sus torres vecinas), unos 181 metros de altura, con una superficie útil de 50.000 metros cuadrados. El inmueble se levantará sobre terreno municipal, algo que ha sido provindencial para determinar el uso que finalmente tendrá el espacio. El ayuntamiento ha cedido el terreno para la edificación a cambio de un canon anual de 4 millones de euros y con la condición de que el edificio sea dedicado en su mayoría a actividades educativas y sanitarias. De hecho, casi todo el edificio será ocupado por la escuela privada de negocios IE University, que tendrá su campus principal en la torre, y por una importante clínica del grupo sanitario privado Quirón. Las obras se llevarán a cabo por el grupo inmobiliario Espacio, propiedad del empresario Juan Villar Mir.
Caleido, como así se llamará la quinta torre de la Castellana, tendrá un coste de construcción total aproximado de 84 millones de euros, que aumentaría hasta los 300 si se tienen en cuenta los costes de urbanización, zona verde, tasas y el canon municipal. Se cree que generará 1.500 puestos de trabajo durante su edificación y otros 4.000 más una vez comiencen a explotarse los servicios que albergará, que además de los ya citados de IE y Quirón, incluirán zona comercial y de ocio.
Otros detalles del proyecto llaman su atención por su alta ambición. Y es que el 90% de las personas que se encuenten dentro deberán poder tener visión al exterior y el 75% de los espacios debe tener luz natural. Incluso se va a exigir que el edificio cuente con un plan propio de calidad del aire interior que sea hasta un 30% mejor de lo que exige la normativa.
Caleido ha sido concebida por el estudio de arquitectura Fenwick Iribarren y Serrano-Suñer.
Galopando hacia el reconocimiento
Hay hechos, a veces, difíciles de creer. Aquí va uno: Madrid capital no tienen ningún edificio o espacio declarado Patrimonio de la Humanidad.
No pocas veces se han presentado propuestas para entrar en la tan laureada lista de la UNESCO. Y quizá la más reciente venga presentada por la Asociación Española para la Protección del Patromonio Arquitectónico del Siglo XX (AEPPAS20), que defiende a capa y espada la inclusión del Hipódromo de la Zarzuela en tan magna clasificación.
El hipódromo no es un lugar popular. No al menos para la mayoría de la ciudadanía de Madrid. Muchos oriundos no lo han vistado nunca y, habitualmente, se relaciona exclusivamente con la celebración de la práctica deportiva de la equitación, y por ende, aunque no siempre verdad, con un público y usuarios muy concretos. Y sin embargo, existe un consenso internacional acerca del gran valor arquitectónico del hipódromo. No es sólo una pista verde donde corren algunos caballos dando vueltas.
Las obras había empezado en 1935, pero la guerra arrasó con todo lo que se había construido hasta entonces, que era casi todo, reduciendo la zona a meros cascotes. Hubo que empezar de cero de nuevo. El hipódromo se inauguró finalmente en plena posguerra, en mayo de 1941. Durante los primeros años, competían básicamente caballos y jockeys extranjeros, pues en España la cabaña caballar estaba, lógicamente, muy mermada. En años se semejante escasez, mantener un caballo de carreras suponía algo poco menos que imposible, incluso entre las clases sociales acomodadas.
Considerado BIC (Bien de Interés Cultural) a nivel nacional desde 2009 (¿la antesala de futuros recocimientos mayores?), fue diseñado por Carlos Arniches, Martín Domínguez y por el ingeniero Eduardo Torroja, está consdierado como una de las obras maestras de la arquitectura madrileña del siglo XX. Lo más reconocible de la obra es a cubierta de la tribuna, hecha con láminas de hormigón armado en forma de hiperboloides, que con sólo 5 cm. de espesor en el extremo de los voladizos soportan todos los esfuerzos sin nervios ni refuerzos, simplemente con un anclaje posterior de tirantes, separados por cinco metros. La marquesina laminar vuela casi 13 metros.
Expertos y aficionados a la arquitectura, que continúan visitando el hipódromo para admirar las bondades del mismo, no ocultan su impaciencia por que la UNESCO otorgue un veredicto sobre la cuestión. Por ahora, el hipódromo está a punto de cerrar el 2016 tras haber celebrado este año su 75 aniversario. Desde luego, qué duda cabe de que un reconociiento de tal envergadura sería el mejor regalo de cumpleaños de todos los posibles.