Hace ya tiempo que la arquitectura no puede separarse de una creación y edificación sostenibles desde todos los puntos de vista, sobre todo el medioambiental y el que tiene que ver, en sí mismo, con el propio bienestar humano de los habituales usuarios de un inmueble.
Bien inmerso en este dinámica, el propio sector ha ido construyendo sus propios sellos de calidad que certifiquen que los compromisos legales (y más allá de estos) se respetan ampliamente, premiando con buena reputación a aquellas obras que hacen gala de algo más que un diseño y ejecución admirables. En este sentido, encontramos al International WELL Building Institute (IWBI), promotor de la certificación WELL, lanzada en 2014, y cada día más implantada y bien considerada.
IWBI es una corporación de beneficio público y es el primer estándar de construcción que se centra exclusivamente en la salud y el bienestar de las personas en los edificios. Combina las mejores prácticas en diseño y construcción con investigaciones médicas y científicas basadas en la evidencia, en un cuerpo de investigación que explora la conexión entre los edificios, donde pasamos más del 90% de nuestro tiempo, y la salud y el bienestar de los ocupantes. En este sentido, se tienen en cuenta aspectos como la calidad del aire, el agua, la nutrición, la luz, el ruido… E incluso aspectos menos objetivos, emocionales, que tienen que ver con la aptitud, la comodidad, patrones de sueño o el bienestar mental en general.
Existen tres niveles de certificación WELL: Plata, Oro y Platino en función del porcentaje de cumplimiento de los requisitos necesarios para obtener el sello de calidad. La única obra certificada hasta ahora con la máxima categoría (Platino) es el Phipps Center for Sustainable Landscapes, en Pennsylvania, EE.UU. Algunas certificadas con el sello de Oro son el centro One Carter Lane, en Londres, el Sceneo, en Bezons, Francia o la sede la compañía SETRI, en Sao Paulo, Brasil.
El equipo humano de equipo IWBI es un crisol de profesionales cualificados y “gente de mundo” que van desde químicos y médicos a jardineros, ciclistas urbanos o atletas de alto nivel. Con ello, IWBI asegura que se consigue una definición de bienestar redonda, que bebe de múltiples fuentes, perspectivas, experiencias e incluso expectativas.