A principios de siglo, los hermanos Bouroullec revolucionaron el concepto de oficina, transformando para siempre este espacio estático en una plataforma móvil y modular. Aquella alteración de las normas no escritas acerca de los entornos laborales vino de la mano de Vitra y su nombre es difícil de olvidar: Joyn.
Esta colección y su innovadora propuesta no solo siguen vigentes hoy en día, sino que ha sido copiada y ha servido de fuente de inspiración para otros muchos diseñadores que vinieron detrás. La creación de Ronan y Erwan es estudiada y analizada como un paradigma de cómo el mobiliario se puede convertir en un instrumento de gestión para hacer más eficiente un contexto profesional.
Volumen, que siempre apuesta por esta cultura del cambio y la flexibilidad de los espacios, sitúa la línea Joyn al alcance de sus clientes más rigurosos. La adaptación intuitiva y el dinamismo son sus señas de identidad. Joyn es un sistema abierto, moderno y muy útil para planificar la oficina desde una perspectiva totalmente inédita.
Llevar a cabo una reorganización de un entorno con los mismos elementos de Joyn es sencillo, gracias a sus accesorios prácticos y a las sutiles soluciones que ofrece, tanto de gestión del cableado como de electrificación. En unos minutos todo puede ser distinto, sin cambiar de mobiliario, y sin necesidad de causar una perturbación importante.
Los colores, las formas y las propuestas son numerosas, siempre sin alejarse del marco establecido por Joyn. Como se trata de un sistema abierto, no solo se fomenta la diversidad tirando abajo las barreras físicas, sino que también se avivan la interacción y la comunicación. No obstante, si por el contrario se desea privacidad en el trabajo, el conjunto también permite la creación de zonas aisladas o especializadas.
Los paneles y los protectores de mesas carecen de límites fijos, esto supone que llevar a cabo ampliaciones —o reducciones— de las zonas de trabajo sea posible y aconsejable en función de los objetivos buscados. De forma repentina y casi espontánea, las salas, los pisos y los edificios se convierten en algo elástico y moldeable. Ronan y Erwan Bouroullec pensaron que si el ordenador portátil y el teléfono móvil permitían flexibilidad, ¿por qué no lo iba a hacer también la oficina?
La era digital, en la que la información fluye a un ritmo inabarcable y todo puede cambiar en segundos, exige movimiento, elementos adaptables y una gran versatilidad. La tercera década del siglo XXI está a la vuelta de la esquina y todas estas premisas cobran cada vez más fuerza, se hacen realidad y dejan de ser sueños proféticos. Los empleados de oficina actuales —sea cual sea su rango— exigen un entorno real, voluble y que se acomode a sus requisitos profesionales. El éxito o fracaso de todo proyecto depende en gran medida de los pequeños detalles que lo sustentan.