El estudio del paisajista Luis Vallejo acumula ya más de 30 años de experiencia. “Somos el estudio más completo que hay en España. El equipo está constituido por ingenieros agrónomos, arquitectos… y yo, que estoy al frente y soy paisajista”, explica Luis Vallejo. ¿Y cómo llega uno a ser una referencia mundial en el paisajismo? “Crecí en una familia de viveristas y arboricultores, ya que mi padre tenía un vivero. Mi formación va más bien por la ingeniería y, la práctica profesional, por el paisajismo. Ahí es donde aprendo a base de experiencia, ya que me he movido desde pequeño en el mundo de la biología y la botánica, de forma intuitiva. Trabajé hasta el año 83/84 en la empresa familiar”.
Empezó entonces un “camino distinto por el que transitaba junto a mi padre, más creativo y menos industrial. Realizo trabajos únicos, singulares, grandes y/o pequeños proyectos de paisajismo, arquitectura de jardín, lo que me ha permitido cumplir mis sueños profesionales y plasmarlos en jardines botánicos, obras públicas, grandes fincas, hoteles, jardines de hospitales, etc, en todo el mundo. De hecho, el 90% de nuestros proyectos actuales los desarrollamos fuera de España; en el último año he viajado a Indonesia, a Marrueco, a Israel, Kuwait, Qatar, Londres…”, explica Luis.
Su vasta experiencia internacional le ha facilitado conocimientos esenciales para su profesión que aplica a la organización de su estudio y a sus proyectos. “Al paisajismo los americanos lo diferencian entre el hard landscape y el soft landscape. El primero es la obra civil asociada: la estructura arquitectónica de un jardín, los elementos como piscinas, caminos, pérgolas, estructuras, etc. El soft es el paisajismo puro, la jardinería, las plantas, el arte botánico; el manejar la naturaleza y encajarla dentro… El hard y el soft landscape requieren conocimientos en arquitectura y biología y ambas facetas son esenciales en un estudio de paisajismo. Cada proyecto es singular, diferente. Atendiendo a su ubicación, se seleccionan las plantas que se utilizan y se valora su posterior crecimiento, su caducidad, su olor, etc. El paisajismo es una disciplina muy plástica y creativa, puesto que tiene algo de pintura, arquitectura, escultura… Cada proyecto tiene vida propia y está por encima del proyectista porque sigue creciendo, va a su aire y mejora con el paso del tiempo”, comenta Vallejo.
Su estudio, ubicado a las afueras de Madrid, es el fiel reflejo del espíritu del prestigioso paisajista. La arquitectura singular de su construcción se acompaña de una extensa zona ajardinada en la que conviven materia orgánica y naturaleza en armonía singular. Rocas de diseño y árboles cuidadosamente seleccionados aguardan el destino que para ellos dicte el talento de este paisajista internacionalmente reconocido. Talento que se muestra y recogemos en forma de las siguientes reflexiones:
Influencias. “Mi padre tenía una biblioteca de libros de jardinería. Era un hombre muy curioso, cuando viajaba siempre se traía alguno. Tenía unos libros de jardines japoneses que todavía conservo y otros que curiosamente trajo de EE. UU. sobre bonsáis japoneses. Enton
ces yo era muy joven y veía que en casa se hacían jardines, pero me interesaba más el vivero, la vida salvaje del vivero de plantas, en la Vega del Henares. Esos libros son los que me fueron formando desde el punto de vista estético. Me fascinaron por su manera de representar la naturaleza; por su capacidad de síntesis y, sobre todo, por el rigor y el uso de materiales inorgánicos, como la piedra. En la representación de los espacios veía que tenían más riqueza y complejidad que un jardín con un simple césped; tenían un orden distinto. Me interesaba más esta organización, más inorgánica, biomórfica. A lo largo del tiempo he ido descubriendo otras culturas que también me fascinan porque el lenguaje es distinto pero el fondo es el mismo: la búsqueda del paraíso, de ese lugar que anhela el hombre, relacionada con la propia naturaleza”.
Materiales. “Mi árbol de referencia es el haya, también el roble, y la palmera canaria para los jardines del sur. Me gusta la flor blanca y las de tonos azules. Dicho esto, tengo claro hay que buscar siempre la unidad entre todos los elementos de un paisaje. Tiene que haber un orden establecido con naturalidad, debe existir una secuencia cromática que hay que respetar y, si es preciso, también recurro a los tonos rojos o amarillos, aunque no me gusta abusar de ellos… Por otro lado, en mis proyectos, además de los colores y las formas, doy especial relevancia al olor, sentido que, para mí, es muy importante. En cuanto a las piedras, granitos y pizarras son mis preferentes, y suelo utilizarlas con frecuencia para crear bancos, que aportan naturalidad a los proyectos”.
Reconocimientos. “El Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid concedió un premio a los arquitectos Ruiz Barbarin por su trabajo en la sede Central de Cuatrecasas, en la madrileña calle de Almagro. Ellos eligieron nuestro estudio para realizar el proyecto de paisajismo en el patio del edificio. Fue un proyecto casi imposible, en un agujero que queda en medio del patio rodeado de medianeras de otras casas, de entre 500 y 700 m2. Es una espiral hecha con vegetación y pavimento, coronada con una estructura metálica. Pero no necesariamente me gustan los grandes proyectos, por ejemplo, me encantó otro, muy pequeño, que desarrollamos en una casa en el Viso (Madrid), con una piscina biológica que quedó espectacular”.
Madrid y su paisajismo. “Las ciudades necesitan espacios verdes y su desaparición es una ruina para las urbes, una ruina que no es económica, si no cultural. En países como Portugal, el paisajista es el primer profesional que interviene en un planeamiento sobre desarrollos; luego se incorpora el urbanista y, a continuación, el arquitecto. Por el contrario, en España es el constructor el que tiene toda la fuerza; detrás quedan los arquitectos y, desde luego, los profesionales del paisajismo, a los que en raras ocasiones se consulta…”.
Un trabajo de prestigio mundial. “Recibimos el encargo de Kevin Roche de desarrollar los 30.000 m2 de cubierta ajardinada de la Ciudad Financiera del Banco de Santander. Nuestro primer objetivo fue funcional: procurar un gran aislamiento térmico para hacer más eficiente el edificio. Hasta ese momento, ese tipo de cubiertas se hacían con una profundidad de 9 cms. que permitía tener sólo un tipo de planta muy determinado, de poca raíz. Yo le propongo a Roche una cubierta de 25 a 30 cms., lo que nos permitió un mejor aislamiento y, por otro lado, un colchón mayor para plantar arbustos, lavandas, romeros, gramíneas, etc… Con esto logramos lo que era el segundo objetivo: que toda la extensión del jardín tuviera desde el aire tiene una clara perspectiva estética. Es como un gran mural, un elemento vivo, ya que el paisajismo no es sólo ornamento”.
El bonsái, su gran pasión. “Con motivo del Año Dual España/Japón 2013-2014, coincidiendo con el 400 aniversario del envío de la Embajada Keicho a Europa, se están celebrando varios actos y, entre ellos, me han encargado una importante exposición de bonsáis en el pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico. En abril del próximo año haremos una exposición donde se van a presentar las colecciones de bonsáis que han pasado por mis manos, entre ellas, la del ex presidente del Gobierno, Felipe González, y la mía. Una se encuentra en el Real Jardín Botánico de Madrid, que es la que donó Felipe González al Consejo Superior de Administraciones Científicas, la otra colección es la mía, que está en el Museo de Bonsáis de Alcobendas, del que me encargo de la gestión, la administración y el mantenimiento. Es un lugar muy visitado, con 300 árboles aproximadamente, mientras que en el Botánico hay unos 100. Trataremos de reunir los 150 mejores árboles de las dos colecciones. Ahora estoy buscando un patrocinador para hacer el montaje del proyecto, traer a los maestros y para publicar un libro aprovechando esta exposición, ya que se podrá ver una de las mejores colecciones de bonsáis que existen fuera de Japón”, concluye Luis Vallejo.
Esta exposición será una ocasión inmejorable para disfrutar con el trabajo de Luis Vallejo, que recibió la condecoración de la Orden del Sol Naciente Rayos de Oro y Plata otorgada en el año 2008 por S. M. el Emperador de Japón. Esta condecoración es la más alta distinción con la que el Gobierno de Japón reconoce a los ciudadanos extranjeros por su labor en promocionar la cultura japonesa en otros países.