Pues en Estocolmo lo quieren intentar. Al menos, se han atrevido a imaginárselo.
Como cualquier gran ciudad habida o por haber, llega el momento en el que su crecimiento demográfico acaba empujando sus fronteras hacia fuera, expandiendo sus barrios sobre una inacabable alfombra de cemento y asfalto. El clásico ensanchamiento horizontal de las urbes.
Y la capital sueca, adalid indiscutible de la sociedad del bienestar europea, no escapa tampoco a este clásico problema (o necesidad, según se mire) de ampliar sus espacios vitales. Pero la solución pretende germinar desde un enfoque diferente, apostando por un crecimiento más vertical que horizontal, aprovechando mejor los espacios, estructuras y construcciones ya existentes.
Y así nace la iniciativa “Klarastaden”, del estudio de arquitectura Anders Berensson Architects, que se ha atrevido a rediseñar revolucionariamente Estocolmo por encargo de un partido político local. El proyecto pivota sobre una de las zonas más concurridas y valoradas de la ciudad, la de las inmediaciones de la estación central. La idea, en contra de lo que suele ser habitual, no pasa por aliviar la densidad poblacional del centro de la ciudad, sino por todo lo contrario, por aumentarla aún más.
El equipo de arquitectos ha repensado los actuales y clásicos bloques de edificios que pueblan el área del centro. De cara a futuras construcciones, el nuevo diseño apuesta por edificios más “delgados” y de alturas variables, de modo que la luz y las vistas se aprovechan mejor. Y ninguna terraza superior de los edificios queda sin uso. Serían, sobre todo, zonas verdes y de esparcimiento.
Y lo mejor de todo: multitud de pasarelas y pequeños puentes hermanarían esas azoteas, no solo poniéndolas en valor, sino también generando un nuevo espacio de tránsito que aliviaría el clásico trajín de las calles de superficie.
“Klarastaden” proyecta un área de más de 5.800 apartamentos (el 90% de ellos, aseguran, con luz natural y vistas al lago), 8.000 oficinas y 300 tiendas.