Sin contar con los negacionistas interesados, existe un consenso científico internacional abrumador que prueba la existencia de un creciente calentamiento global que, en pocas décadas, habrá desembocado en el inicio (si no estamos ya) de un cambio climático global que traerá consecuencias inevitables. Se predicen y describen con detalle y rigurosidad algunas de ellas. Por ejemplo: la subida de temperaturas provocará el deshielo de la mayoría de las masas de hielo del planeta y el nivel del mar subirá considerablemente. Multitud de áreas costeras quedarán probablemente inhabilitadas para vivir.
La arquitectura no es ni debe ser ajena a esta realidad. Y de hecho, no lo es. Algunos grandes estudios están promoviendo ideas revolucionarias con proyectos que se adelantan a los futuros problemas. Es el caso de KPF (Khon Pedersen Fox Associates), y LERA (Leslie E. Robertson Associates), estudios americanos, impulsores del proyecto (aún solo conceptual) “Next Tokyo 2045”. Básicamente, se trata de un área residencial futurista para la bahía de Tokyo, en Japón. La capital nipona es una de las zonas más expuestas del planeta a sufrir inclemencias naturales (y catastróficas). A la ya habitual amenaza sísmica, se sumará un evidente aumento de la probabilidad de sufrir grandes tifones y por supuesto la ya mencionada y segura subida de las aguas.
El proyecto propone una ciudad autosuficiente energéticamente (con renovables, solar y eólica), defendida por estructuras hexagonales, donde habitarían más de medio millón de personas. Dichas estructuras serían capaces de recoger todo el agua de lluvia y estarían habilitadas para albergar terrenos cultivables. La megaestructura propuesta, la gran torre, tendría uso residencial y comercial.
Otro ejemplo de transformación arquitectónica sostenible viene de la mano del estudio danés BIG (Bjarke Ingels Group). Su fundador y director, de solo 41 años, archiconocido en su país e incipiente a nivel internacional, lleva en su historial multitud de ideas y proyectos con la sostenibilidad ecológica y el cambio climático como sello de identidad. Una de ellas (no exenta de polémica y discusiones entre los expertos) consiste en reutilizar una antigua estación incineradora para convertirla en una pista de esquí. El proyecto, denominado “Waste to Energy”, está actualmente en construcción.