A veces la arquitectura, como todo arte, genera productos poco catalogables, de esos que se salen tanto de las convenciones que el observador no sabe cómo clasificar lo que ve. A lo mejor hay que aceptar que no hay tablas, modelos o cánones para todo.
Y quizá eso sea lo interesante.
Hoy proponemos un paseo visual por algunas extravagancias que se encuentran en calles y enclaves de todo el mundo y que, como es habitual, encandilan a unos y espantan a otros. Ya se sabe que la estética tiene colores para todos los gustos. Lo que es innegable en muchos casos es el reto técnico que han afrotado las obras y, también, lo meritorio que puede ser a veces atreverse a salir de los cánones establecidos. Algunos de los edificios son conocidos porque se encuentran en ciudades muy turísticas, pero otros puede que resulten insólitos al lector.
Empezamos el paseo por España. En Valencia capital hay una casa que mide poco más de un metro de ancho. Sí, un metro… Con toda lógica, la casa es conocida como “La Estrecha”. A pesar de la primera impresión, la casa siempre ha estado en uso y ha albergado varios negocios.
En Sopot, Polonia, causa furor entre oriundos y turistas “La Casa Torcida”. Diseñada por Szotynsky y Zalenski tiene 4.000 metros cuadrados útiles. Es un lugar de fiesta nocturna muy popular.
En Ohio, Estados Unidos, podríamos visitar el edificio de la compañía Longaberger. De hecho, es su sede principal. El inmueble es un homenaje a la principal actividad de su negocio, la fabricación cestas clásicas de la compra y de picnic. La sede es como una de sus cestas… Pero 160 veces más grande.
Por su parte, el arquitecto surcoreano Sim Jae-Duck vio como en 2008 su creación más conocida se hacía realidad: la casa-váter. Muchos creyeron que el asunto tenía demasiados visos de querer llamar la atención, y efectivamente, parece que así era. Duck quiso poner el foco sobre el hecho de que cerca 2.500 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a un inodoro… Y que aquellos que lo tienen desperdician más del 60% de su consumo de agua con él. La casa se alquila por 50.000 dólares al día y toda la recaudación está destinada al desarrollo de comunidades sin acceso al agua.
Si visitan Praga, puede que se topen con “La casa danzante”, homenaje, dicen, a los bailarines Fred Astaire y Ginger Rogers. Es un edificio de oficinas terminado en 1997 y obra de Frank Gehry y Vlado Milunic.
Y terminamos recorrido con “La casa de piedra”, en Guimarães, Portugal. Parece la comunión perfecta entre naturaleza y mano del hombre. Se construyó en 1972 en el espacio que quedaba entre cuatro grandes rocas. Eso sí, no tiene ni agua corriente ni luz eléctrica. Es como vivir en otros tiempos…