Carmen Pinart (Barcelona, 1957) es una experimentada pintora. Su obra, conceptuada en el realismo y la figuración, se ha expuesto en numerosas galerías de arte españolas . Hasta que un duro golpe de los que la ley de vida asesta transformó su vida y vió en el diseño y decoración de las botellas una nueva aventura profesional. “Pasé una temporada complicada. No podía concentrarme. Poco a poco empecé a interesarme por la forma y el diseño de las botellas. Encontraba algunas fascinantes y las relacioné con otra de mis pasiones: los hilos de lino teñidos. Vestir las botellas con hilos de colores me tranquilizaba. Es un trabajo zen, me notaba aliviada; noté que me iba bien y de ahí que haya hecho tantas”.
El reconocimiento a su trabajo no ha tardado en llegar. Sus espectaculares botellas “están a la venta en Vitra y en el Museo Thyssen-Bornemisza. Los responsables de la pinacoteca me encargaron diseñar varios modelos en torno a uno de los cuadros de su colección permanente y les gustó tanto que las han puesto a la venta en la tienda del museo”. La revista AD también se ha hecho eco de su trabajo.
Lo que empezó siendo una válvula de escape ocupa ahora gran parte del espacio en su estudio de trabajo. “Toda la familia y amigos me mandan fotos de botellas cuando viajan o están en restaurantes por todo el mundo para ver si me gustan y traerlas. Incluso yo misma voy a las vinacotecas para seleccionarlas”.
De las paredes de su estudio cuelgan obras como señal viva de su pasión por la pintura. Cuadros, caballetes, paletas, pinturas y pinceles desbordan el espacio y le devuelven a la realidad: “Las botellas me han ayudado a reencontrarme con el trabajo y a retomar la pintura. Para mí, pintar es una vocación que se convierte en profesión. Para pintar neccesito estar sola y concentrada, y ahora puedo hacerlo”.
Su inspiración nace del entorno, “de lo que tengo alrededor: mis hijas, objetos, alimentos… Llevo una temporada pintando al óleo sobre madera maciza natural, ya sean retratos o bodegones. Juego con la madera, no la quiero tapar sino que la incorporo a la obra. Y me encanta el resultado. Y parece que a mis amigos y conocidos también porque me están llegando muchos encargos de retratos gracias al boca a boca…”.
Ya sea en forma de botella o de cuadro, Carmen Pinart tiene claro que un trabajo sin sentimiento no tiene sentido: “Los artistas que no transmiten no continúan. Esa es la diferencia entre los que perduran y los que desaparecen”.
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