Niza, ciudad global

El mar Mediterráneo es uno de los polos de influencia política del mundo y, además, es un importante foco de atracción turística y económica. En las últimas décadas, las ciudades costeras españolas, francesas e italianas se han erigido como las capitales de este mar interior, dejando de lado a otras poblaciones que antaño protagonizaron el desarrollo occidental. Barcelona, Valencia, Nápoles, Roma, Marsella o Mónaco son algunas de estas grandes urbes que pueden presumir de ser un referente y de contar con una especial relevancia internacional.

En este contexto, Niza, considerada como la capital de la Costa Azul francesa, parece haberse quedado relativamente estancada como destino eminentemente turístico, sin mayores pretensiones políticas o económicas. No obstante, un ambicioso plan urbanístico pretende sacar de esa parálisis a la ciudad y convertirla en el espejo en el que se miren sus vecinas metrópolis europeas.

Para ello, Niza cuenta por derecho propio con unas condiciones naturales que se pueden calificar de extraordinarias, ya que la cordillra de los Alpes protege a la localidad de las inclemencias meteorológicas, mientras que el Mare Nostrum y un potente sol hacen muy apetecibles sus calles y playas.

Pero hace falta mucho más para convertirse en el gran modelo de la cuenca mediterránea. Y en este sentido, las autoridades han recurrido al proyecto de uno de nuestros arquitectos más reconocidos internacionalmente: Josep Lluís Mateo. Las ideas del español para Niza se impusieron a las del holandés Rem Koolhaas, así como a las del todopoderoso Norman Foster. Toda una hazaña que llama más la atención aquí en España que en las tierras galas, donde trabaja habitualmente.

Mateo contará con 50 hectáreas de terreno público para diseñar el nuevo centro urbano de la ciudad, en un área bien situada cerca del aeropuerto y del propio mar. Allí, el estudio del arquitecto español desarrollará todo un barrio nuevo que llevará por nombre Nice Grand Arénas, con 900.000 metros cuadrados de construcción planificada.

Parques, plazas, edificios residenciales y espacios públicos contemporáneos. El nuevo distrito contará con una comunicación envidiable centrada en el tren, tranvía, aeropuerto y estación de autobuses. Además, toda la zona construida se organizará basándose en los principios de la ciudad mediterránea densa, con un esquema de alturas básicamente tradicional. Sin embargo, en ciertos puntos, la construcción se elevará para acentuar el espacio, marcar límites y establecer conexiones con los barrios que se construyan más allá de la frontera en la que puede trabajar Mateo.

La sostenibilidad ha sido una de las premisas del proyecto. De hecho, la morfología de la barriada se basa en respetar el medioambiente, pero también en reforzar la seguridad de sus habitantes, tratando de evitar las inundaciones anuales del cercano río Var. El estudio de Josep Lluís Mateo ha evitado el abuso de la losa de hormigón y ha apostado por la iluminación natural tanto en invierno, como en verano. La ventilación de los edificios, por supuesto, también defiende lo natural, teniendo en cuenta los vientos dominantes.

Nice Grand Arénas pasará en unos años de ser un barrio periférico con serios problemas de seguridad a consolidarse como el ensanche ideal, a cinco minutos del aeropuerto y a un cuarto de hora del centro histórico de la ciudad.

Niza se juega mucho en este desarrollo urbanístico. Prueba de ello es que el alcalde de la localidad, Christian Estrosi, luchó por declarar el proyecto con el calificativo de “Interés Nacional”. Hace una década, hizo valer sus contactos y experiencia como ministro en el ejecutivo francés para que la capital de la Costa Azul recibiera los fondos estatales que pretenden reivindicar su posición en el Mediterráneo Occidental. En los próximos años, la urbe será testigo de su crecimiento planificado y de su desarrollo como ciudad global.

 

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