Nadie nace genio, según los genetistas. Ni nadie llega a serlo sin cultivar sus dones, dicen los educadores. Y los diseñadores no son excepción.
Hasta hace no demasiado tiempo, las disciplinas artíticas quedaban orilladas en los rincones del sistema universitario. Por lo general se imponía la creencia de que los “artistas” o “creadores” no precisaban de formación específica o reglada, y que su talento o habilidades para plasmar su obra bebían de fuentes más bien etéreas, como si el oficio dependiera solamente de grandes dosis de imaginación o inspiración. En esencia, de que “las musas” tuvieran una relación frecuente y estrecha con los creadores.
Y sin embargo, a día de hoy, no existen dudas acerca de la necesidad de dotar a los potenciales diseñadores de un currículum formativo solvente, propio de la academia. Porque la imaginación y las musas no están de menos, pero se quedan en nada sin el conocimiento de la técnica, el control de las herramientas o el estudio de los referentes. Ahora la formación de los diseñadores puede alcanzar niveles de excelencia equivalentes a los de otras disciplinas clásicas del conocimiento.
La ESNE, Escuela Universitaria de Diseño, Innovación y Tecnología, lleva más de una década siendo una referencia en la formación reglada de futuros diseñadores. Con sedes en Madrid y Asturias, cuenta en su haber con el aval de las administraciones públicas y de decenas de grandes empresas (algunas multinacionales) que la ensalzan como un centro de máxima calidad docente. Más de 200 docentes cualificados, que siguen en activo en el mercado laboral, y más de 400 convenios firmados con empresas, garantizan al alumnado que el impacto de ESNE en su currículum docente, profesional, y casi vital, dejará honda huella.
Como centro adscrito a la Universidad Camilo José Cela, la ESNE ofrece cinco grados oficiales: Diseño de Producto, Diseño de Interiores, Diseño Multimedia y Gráfico, Desarrollo de Videojuegos y Diseño de Moda. Estudios diseñados, en muchos casos, conjuntamente con empresas de referencia de cada sector. De hecho, dicha relación arroja un dato relevante. Según la propia escuela, el 85% de los alumnos que han pasado por ESNE tienen empleo 6 meses después de terminados sus estudios. Y un 63% tiene pensado emprender su propio proyecto.
La importancia de estas y otras escuelas no es baladí para el sector del diseño. En estos centros universitarios se está forjando la nueva generación de creadores, la siguiente hornada de talentos que, en pocos años, irá sustituyendo, por ley generacional, a las actuales referencias del sector. Las firmas lo saben, el mercado lo sabe. Y lo necesita. En un sector tan competitivo y tan apegado a la calidad del producto, garantizar la solvencia de los diseñadores supone garantizar la continuidad del propio mercado. Porque de genios nunca andamos sobrados. Así que bien conviene cuidarlos desde el principio.