Tadao Ando, la leyenda oriental cumple 75 años

tadao_ando-1El premio Pritzker de 1995 acaba de cumplir tres cuartos de siglo, y es de esos creadores que pueden entrar en la categoría de leyendas vivientes de la arquitectuta internacional.

Curiosamente, los éxitos tardaron en llegar en la trayectoria de este genio japonés. Sus inicios profesionales fueron poco ortodoxos. En realidad, Tadao Ando iba para boxeador, deporte que practicó de manera semiprofesional durante gran parte de su juventud. Él mismo cuenta que no se percató de que su verdadera vocación era la arquitectura hasta que visitó Roma, donde contempló extasiado los grandes vestigios de la arquitectura romana imperial. Y para completar el contexto de sus inicios, hay que destacar un hecho poco común: se inició en la disciplina él solo, por su cuenta. Es de los pocos arquitectos de primer nivel que no cuenta en su haber con una educación o formación específica. Fue completamente autodidacta. Su escuela, dice, ha sido la lectura y viajar por todo el mundo.

Con estos prolegómenos profesionales resultó casi inevitable que ha Tadao Ando no le llegaran encargos de cierta entidad hasta muy entrada la treintena. Su primer edicicio, la casa Toshima, en Osaka, fue su primer trampolín. Sus obras durante los siguientes veinte años se quedaron en casa, en Japón, hasta que en 1992 le llegó la que fue, según él mismo reconoce, la gran oportunidad de su vida: diseñar el pabellón de Japón para la Exposición Universal de Sevilla.

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El interés suscitado por el inmueble trascendió toda expectativa. Fueron más de 5.600 metros cuadrados útiles que conjuntaron la tradicional arquitectura nipona con un diseño de vanguardia. Fue el primer pabellón en superar los 4 millones de visitantes. Todo el mundo quería ver la obra maestra de Ando. Y es que merecía la pena contemplar aquella mole levantada con piezas de madera, y sin usar ni un solo clavo o tornillo. Las piezas encajaban entre sí con el clásico sistema macho-hembra. Por cierto, de aquel edificio, a día de hoy, no queda absolutamente nada. El gobierno japonés lo desmontó pieza por pieza tras la exposición con la intención de reconstruirlo en la patria, algo que hasta ahora no ha ocurrido.

Tadao Ando habla de su obra de Sevilla como el gran trabajo que le dio a conocer internacionalmente. De hecho, el mundo comenzó a mirar a sus obras japonesas (como la iglesia del agua o la iglesia de la luz) con otros ojos. No se antoja azaroso que, sólo tres años después del éxito de Sevilla, a Tadao Ando le concedieran el “nobel de la arquitectura” (el Pritzker).

Tras la cita universal de 1992, los encargos llegaron de medio mundo. Ahora ya son célebres creaciones de Ando, por ejemplo, la remodelación de la Bourse de Commerçe de París, la rehabilitación del museo Punta della Dogana, en Venecia, o incluso la obra de la fábrica y centro de investigación del modisto Luciano Benetton, en Treviso, Italia.

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No es sencillo resumir la obra de Tadao en solo unas líneas, pero vamos a permitir al maestro clausurar este artículo con una de sus célebres lecciones de lo que, para él, es la arquitectura: “No puedes simplemente poner algo nuevo en un lugar. Tienes que absorber lo que ves a tu alrededor, lo que existe sobre en el terreno, y luego utilizar eso junto con el pensamiento contemporáneo para interpretar lo que ves“. No se pueden decir más cosas en tan poco espacio.

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